jueves, 17 de abril de 2014

Literatura líquida. Novela. Día 28. Entrada 29.

Él preparó nuestro regreso a casa, íbamos todos juntos, la tía abuela, el primo, yo y él. Juárez se quedó en la estancia; yo tenía la extraña sensación de que no volvería en mucho tiempo a la finca. Íbamos con la boca cerrada, inundados por un sol frío y la pesada tristeza que nos aplastaba contra el respaldo de los asientos. De esta manera recorrimos quilómetros y quilómetros y de vez en cuando nos interrumpía el primo Alberto con alguna frase que pretendía sembrar un poco de buenos ánimos pero que acababa hundiéndonos más en el pozo de la angustia. Sentía cansancio y agotamiento solo de estar sentado en el asiento del coche y mirar el horizonte que nos dejaba continuamente atrás con sus vacas de aburrida mirada y de vez en cuando un árbol alicaído que parecía hacernos un lánguido saludo. Iba yo sentado a la derecha y nada me costaba seguir la línea del paisaje con mi ojo especializado en futuros. El ojo derecho. Parecía que el futuro allí registrado con alta velocidad no traía dolor ni asperezas sensoriales de ningún tipo. Me dejaba bañar los ojos por este flujo de imágenes líquidas que regocijaba mi vista sin permitirme la entrada en el parque de las preocupaciones. Con los ojos frescos y el corazón aquietado llegué a la ciudad y nos fuimos a ver a mamá a la funeraria; mi padre tenía particular interés en que yo la viera. Y la verdad es que nada más verla lo que me invadió, contra todo pronóstico, fue una enorme tranquilidad. Como si algo dentro de mi adquiriera certeza al fin de que mamá no se había evaporado. De que no me quedaría con la desagradable impresión de que la perdí realmente, de que se me quedó olvidada en un recoveco en el camino y nunca la podría volver a ver una vez más para decirle que aquí estoy, de que me la llevo en la mirada a conciencia. Sin la posibilidad de dirigirle mis palabras, aunque sólo fueran silenciosas. Palabras de despedida; de hasta luego, de hasta la próxima vez que nos veamos. Era muy raro experimentar la felicidad de verla aunque fuera muerta. Una sensación de descanso y de retozo 

No hay comentarios: