La totalidad de mi indagación no me conducía
realmente a ningún sitio, y si me llevaba, de la mano o no a algún lado, yo
podía preguntarme eternamente cuál era ese lugar y no podía encontrar en
ninguna enciclopedia ni en mi memoria, un nombre adecuado para mencionarlo. Estaba
aprendiendo a consciencia a dialogar conmigo mismo y tenía muchas dudas a la
hora de hacerlo, no tenía del todo claro cuándo me perdía, y en el momento de
perderme en los vericuetos de mi mente tampoco tenía muy claro ni era evidente
para mí cómo lo había hecho. ¿Qué tenía que preguntarme y cómo, para llegar a
ese sitio desde donde sí podía atisbar respuestas? ¿Era absolutamente necesario
para mí tener respuestas para poder moverme? ¿Era algo propio de todos y
cualquiera de los seres humanos, eso de tener respuestas? ¿Necesitaba
preguntas? ¿Necesitaba en realidad una cierta ficción de pregunta? ¿Me
alcanzaría con el tono nomás de la pregunta para ponerme de inmediato en marcha
a buscar cosas diversas y agradables para seguir mi camino de la existencia? ¿A
santo de qué tenía que interceder como un pie entre la puerta y su marco una
pregunta para clarificar un escenario del que no tenía contundentes evidencias?
¿Si me hacía las preguntas mientras recorría el camino de los bosques que me
llevaban a lugares en que casi de modo arquetípico experimentaba vivencias de
comprensión esas preguntas resultarían más eficaces en su acción? ¿Una pregunta
formulada en el atardecer mirando el paisaje con los ojos entrecerrados venía a
variar la percepción de modo tal que no se podía comprender si lo que veo es de
esta dimensión o está alterado por la influencia de otras dimensiones? ¿Estaba
viéndolo todo cuando formulo preguntas o solo puedo ver si formulo mi pregunta
en el momento adecuado? ¿Esta formulación del problema es análoga a la de que
la luz azul sólo se ve al ser reflejada en porcelana blanca? ¿Es la pregunta
adecuada la porcelana blanca de la percepción? ¿Si me hubiera formulado una
pregunta poderosa en el momento de emerger de la laguna, habría visto más allá
de la sombra de un jinete y su cabalgadura? ¿Es pregunta me habría permitido la
adquisición e integración psicofísica inmediata de un estado de potencia sin
igual gracias al cual habría podido perseguir a aquel par de presencias y
descubrir su guarida y cuál era su juego? ¿Podría haber guiado los pasos de mi
estado de ánimo desde el momento que partiera en su persecución hasta el
momento en que los encontrara? ¿Los encontraría con rapidez porque fuera bien
munido de interrogantes adecuadas? Frente al caos de percepciones que tenía
delante, ¿a qué atender formulando al tiempo una pregunta? ¿No resultarían en
definitiva factores de múltiple dispersión las preguntas que pudiera formular
en medio de la más vertiginosa acción? ¿Esto me conducía al núcleo de mis
dilemas del orden del pensamiento? Y en caso de hacerlo, ¿cómo me conducía
allí? ¿Haciéndome sentir toda esa gama de sensaciones múltiples que bloquean cualquier
respuesta y que constituyen en definitiva un amasijo de solidez igual a la de
un muro? ¿Si yo pudiera construir una
pregunta que reponga la totalidad del escenario inicial, podría,
consecutivamente, entrar en el medio de la experiencia y rehacerla a voluntad? ¿Creo,
sin ningún motivo para estar seguro, que puedo hacerlo? Sí, lo creo. Pero, esta
afirmación me conduce a nuevas interrogantes. A un bosque muy florido de
preguntas. ¿Ese parque de preguntas es florido porque de ese modo expresa
alguna preferencia perceptiva mía que hace que todo tipo de imaginación que
surja en los escenarios de mi mente deba necesariamente considerarse como
subjetiva en extremo? ¿Es el mío un parque subjetivo? ¿Y en caso de poder
afirmarlo, es esta una resolución libre? ¿Podría confirmar de alguna manera que
la totalidad de mi experiencia era en realidad algo que había estado sucediendo
todo el tiempo ahí fuera sin que yo intervenga en absoluto y que sólo yo soñaba
que aquello tenía colores, formas y nombres en tanto el universo real se
mantiene como un escenario carente de formas, colores etcétera, y sólo voy yo
caminando o deslizándome por allí denominando objetos y personas? ¿Podré saber algún por dónde piso? ¿Con qué
metáfora puedo inducirme conocimiento acerca de todo eso que no conozco y que
jamás podré conocer sino solo adivinar o sospechar?
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