Un cuento de Nasrudin,por Héctor D'Alessandro
En cierta ocasión me fui de peregrinaje para limpiar mi alma; caminé durante días y la exudación constante de pensamientos y sustancias de mi cuerpo me dejó a las puertas de una posada donde la oscuridad de la noche no tardó en depositar su manto. Sentado en una banca, envuelto en una bata ligera que llevaba entre mis pertenencias, esperaba para aliviar el dolor de mis músculos y el cansancio de mi cuerpo ante los baños de los cuales venían hasta mi vapores y conversaciones. Reconocí una voz, era la voz de Nasrudín, que hablaba con una chica que tras varios días de peregrinación en busca de limpieza espiritual aún continuaba dejando resonar en todo el ámbito una delatora voz llena de reproche, no era su alma la que hablaba sino su personalidad social llena de recriminaciones y necesidades imaginarias. Se quejaba ante Nasrudin de haber estado durante tres años ( y exclamaba en un tono de acreedor quejumbroso) ¡tres años! Perdiendo el tiempo, tres años envuelta en una relación de sexo y negocios con un hombre que la engañó.
-¿Cómo puedes saber que te engañó? -le preguntó Nasrudín.
-Porque yo no era yo cuando me acostaba con él, estaba seducida por cierto encanto hipnótico que el ejercía sobre mi ser.
-Y ¿cómo puedes saber que ahora sí eres tu y no estás bajo el encanto hipnótico de alguien, de mí por ejemplo?
-Porque yo fui hasta él para aprender ese arte hipnótico justamente.
-Entonces, le contestó Nasrudin, tu no eres una engañada, tu eres una mala alumna. ¿Gozabas de ese sexo?
-Sí.
-Pues eso es, tanto gozabas y sabias que lo hacías, seguramente eras tu al hacerlo. Ahora yo te pregunto: ¿En esos tres años al menos aprendiste a hiopnotizar?
-No.
-Entonces, has perdido tu tiempo y tu dinero y desarrollaste el yo que gozaba en lugar del que aprendía. Tu lo que eres es una mala alumna.
Ella gruñó en la oscuridad. Él agregó:
-Ahora dirás que yo también jugué con tu mente y que te engañé. Sigues creyendo que puedes estar y no estar a voluntad, pero la verdad es que no puedes escapar de ti, tu fuiste por una cosa y te entretuviste con otra. No puedes reclamar nada. Cuando vuelvas a entrar en esa que fuiste y reconozcas que también podías estar presente para aprender, probablemente de modo inmediato se descargue en tu mente todo eso que siempre ha estado allí a tu disposición y de momento no has podido hacer tuyo.
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