Percepción.
En la época de Galileo Galilei, siglo XVI, la explicación del movimiento y caída de objetos se explicaba mediante el concepto de corpúsculos. Si se hacía el experimento de lanzar una bala de cañón, el sentido común de la época veía cómo la bala se desplazaba en el aire y debido a la rápida acumulación de corpúsculos que viajaban a gran velocidad a hacer frente a este elemento extraño, se formaba una pared que acababa frenando a la bala y precipitando su caída libre. Caída vertical. Si se le preguntaba a cualquier persona que por allí pasara hubiera contestado que indudablemente el objeto caía en caída vertical. Esto no es así. Galileo lo demostró mediante operaciones matemáticas. Demostró que el objeto se va desacelerando y describe, en definitiva una curva en el espacio.
El caso es que por muchas balas al aire que se lanzaran la gente continuaba viendo aquella caída como una caída vertical.
El caso es que el conocimiento acumulado por la sociedad procede así, a saltos cuánticos. Cuando una determinada cantidad de personas produce lo que esta teoría (caso de que la aceptemos para explicar este fenómeno y le demos un valor de verdad) se llama “masa crítica” entonces de ser 49 personas las que lo saben, al pasar a 50 se produce un salto que abarca a la totalidad de 100 personas de las que se trate. El experimento más famoso de esta transmisión de saber en comunidades es el de los monos del Japón que aprendieron una destreza y luego cada vez que una comunidad aprendía una destreza, esta se comunicaba, de algún modo inefable, a la totalidad de la comunidad de monos en todo el archipiélago sin que media comunicación física.
Fenómeno análogo sucede entre los pensadores del mono humano. Alguien está pensando y trabajando en torno a algún tipo de problema o temática en un punto del globo y otro lo está haciendo en la otra punta del globo. Ortega y Gasset le llamaba a esto “lo que está en el aire”, y se quedaba tan ancho, con esa costumbre de que lo que tiene nombre parece estar explicado.
Bien, volviendo al comienzo, en literatura, pero concretamente en narrativa, cómo podemos evaluar lo que aun no se ha hecho, cómo podemos evaluar con parámetros newtonianos, fenómenos de nueva índole. La psicología profunda dio paso a la gran novela con “corriente de conciencia”, la teoría perceptiva bergsoniana dio lugar a la obra de Marcel Proust, las investigaciones de Huxley y Timothy Leary dieron paso a la literatura de William Burroughs y Thomas Pynchon (sobre todo Vineland). El psiconálisis está detrás de toda la narrativa moderna y de buena parte del sentido común que abunda en la calle.
La teoría cuántica aun no tiene su novela o bien ya la tiene y es “Boomeritis” de Ken Wilber. Ya esta presente y no la vemos. Quizás ya la vimos y aun no lo sabemos. Eso es lo pasa con la literatura, siempre vuelve. Es como una suerte de eterno retorno, o así parece y mientras lo parece lo creemos.
Yo no la voy a escribir pero me gustaría leerla.
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