miércoles, 26 de noviembre de 2008

Sobre el libro “Viaje a la ficción”, un viaje a ninguna parte. El Sr. Vargas Llosa ha llegado a la avanzada edad del tarambanismo intelectual. Héctor


Sobre el libro “Viaje a la ficción”, un viaje a ninguna parte.
El Sr. Vargas Llosa ha llegado a la avanzada edad del tarambanismo intelectual.
Héctor D’Alessandro

Ayer llegó a las librerías, anoche lo leí; lo que suponía, un bluff. Uno mas del Sr. Vargas. Seré breve, quizás en los próximos días lo relea y piense exactamente lo contrario.Se anuncia como un libro que analiza los sutiles mecanismos que relacionan vida y ficción. Esto es hacer de vicios virtudes, tras redactarlo el Sr. Vargas vio que a ese tipo de analisis del cual no puede escapar ("Orgia perpetua", "Historia de un deicidio", quizás el más escolar y simple de sus libros)es a lo que había llegado y lo justifica a posteriori con un prólogo muy muy aburrido en el que basicamente explica como se le ocurrió a él la novela "El hablador".
El caso es que este libro es una estafa en toda regla. Fue anunciado como un estudio del estilo de Onetti. No lo és. Para estudiar el estilo de alguien hay que poseer un estilo propio y Vargas no lo tiene, mal que le pese. El Sr. Vargas sabe crear espléndidas estructuras totalmente injustificadas por la trama. Ha aprendido a crear persones redondos con el paso de los años (muchos años). Pero su estilo aún no ha llegado, chupar un clavo, como dicen en Uruguay, posee más encanto para las papilas gustativas.
Sólo hay un pasaje en este interesante libro informativo (eso es lo que es) que va de la página 116 a la 119. Allí define la voz más usual de los relatos y novelas de Onetti como a una voz crapulosa, pero no le llama “voz” sino estilo.
Conocedor de sus carencias, el sr. Vargas se justifica al final del libro diciendo qué es lo que no quería hacer. Dice que “no es un libro de erudición” sino “una lectura personal”.
El Sr. Vargas es deudor una vez más de la vieja escuela de estudios literarios centrada en la temática y en la relación entre el libro y la vida del autor. Está enchalecado en sus propias represiones. Vargas, que a esta altura de la vida, con más números en el otro mundo que en este, no va a desarrollar un estilo que no posee y jamás lo verá en otro aunque se lo pongan señalizado y etiquetado. La pruieba de que este libro es un bluff, es que hasta llegar a la página 32 no se menciona a Onetti sino que se habla de una vaga teoría del narrador junto al fuego y el origen de la ficción y otras memeses en las cuales Vargas no cree pero ahora finge creer. El sólo cree en las ocho horas junto al ordenador.
Insiste mucho, Vargas, en que este narrador, Onetti, es valorado en su país, el Uruguay, por la izquierda y por la derecha. Una estupidez, es incomprendido a izquierda y a derecha y por ello respetado. La ignorancia se ha distribuido democráticamente en ese país. Lo que le sucede a Vargas es que a esta altura de la vida se ha dado cuenta que no posee un estilo, sus frases, las mas bellas, extrapoladas, no levantan vuelo. Es que el arte es un secreto a voces. Y Vargas lo conoce, tanto que ha escrito una obra maestra que se llama “La ciudad y los perros”. Pero luego se le ha ocurrido querer meterse en todo. Por mucho que se vista de seda...
En fin, que el mundo ha cambiado de manos, las influencias culturales predominantes están cambiando de eje al igual que los polos financieros y Vargas no quiere bajarse del tren (lo cual es muy legítimo), no se va a fingir un izquierdista, pero está dando el giro táctico para reconquistar al público de izquierda que ya hace años lo crucificó. El caso es que fingirse inteligente analizando a un autor inteligente no le va a rescatar ni a un lector inteligente, que estos seguramente jamás lo abandonaron. Son los mismos que saben que de aquí a cincuenta años Vargas será olvidado, se leerá “La ciudad...”, Se recomendará mucho como un libro menor “Pantaleón...” y de su obra ensayística literaria se recordará que se parecían mucho a unos ejercicios juveniles de estudiantes de bachillerato. “La verdad de las mentiras” será la excepción por su gran contenido informativo y por el acierto de algunos pasajes. El futuro siempre es de los mandarines, y Vargas no lo es.
Quien quiera aprovechar al máximo este libro, que vaya a la librería y lea las páginas indicadas en el tercer párrafo de esta nota. Así habrá aprovechado lo que Vargas aun puede dar y se puede ir a gastar sus 17,50€ a otra parte.
Este libro no obstante me ha hecho pensar, me ha hecho pensar que todos los juicios negativos acerca de la prosa y el estilo de Onetti, son verdaderos, sí que es pastosa su prosa, sí que está afectada por las malas traducciones, sí que plagia mucho a Faulkner, pero aún así es el creador de un mundo, y lo es porque tenía una concepción de éste, negativa, pero concepción al fin, algo de lo que carece Vargas Llosa. Un autor extraño donde los haya, constructor de artefactos literarios de complejísima arquitectura no siempre justificada, un neoliberal a ultranza que podría continuar negando el derecho del autor a intervenir en la praxis histórica y política, mientras él, como buen derechista, lo hace, y ahora, en plano malabarismo final, intentando dar un giro a la izquierda que quizás lo ponga en la posición más ridícula: la del que finge arrepentimiento.
Un mundo vacío, incluso cuando escribe ensayo, el del sr. Vargas, ni siquiera hay en él la suciedad que tanto admira en Onetti, un mundo de estudiantes que tratan acerca de temas pero nunca tocan la verdadera carne bullente de la vida. En el fondo quizás lo teme, quizás sea sólo palabras este señor, quizás nunca existió, quizás la CIA le escribió todas sus novelas para infiltrarlo en determinados sitios, como lo hizo con Jackson Polock, o quizás la explicación de todo esto sea lisa y llanamente que el Sr. Vargas que argumenta sobre Onetti con un informe del economista E. Iglesias es del signo de Aries y no hay ninguna otra explicación. Al fin y al cabo, en una encuesta ya antigua se demostró que a largo plazo (diez quince años) los barrenderos de N.Y. acertaban más sobre economía que los más extraordinarios economistas.
Sr Vargas, no intente vender gato por liebre. Hace feo. Y usted ya es grande. Cuando quiera saber algo sobre “estilo” llámeme y nos tomamos un café, según la hora que sea, hasta quizás sea mejor que se pase por casa.
Un saludo.

H.D.

P.S. Si se me ocurre un nota que diga exactamente lo contrario, mañana la publico, si no, es que estoy muy ocupado leyendo a De Quincey.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Puedo. Héctor D’Alessandro

Puedo. Héctor D’Alessandro

Puedo darme todas las respuestas posibles.

Puedo preguntarme eternamente cómo supe que te querría.

Puedo preguntarme y responder con acierto acerca de un sinfín de cosas.

Pero me pregunto a cada instante qué me trajo hasta aquí.

Cómo llegué a esta ciudad, a esta costa, a este cuerpo palpitante que te desea.

Puedo responderme por ejemplo con una frase

Que estoy aquí por algo que desconozco

Por un destino anhelante de luz

Por una idea una frase una convicción.

Por una casualidad.

Preguntar por ejemplo al infinito murmullo de las rocas en la ciudad

A las palabras de sus poetas.

A los muros de agua que se desploman en la cambiante costa.

Cómo es que lo caminos me trajeron hasta aquí.

Viajar es quizás buscar una palabra una frase un verso que defina ese viaje

Esa búsqueda.

De todo cuanto es posible escribir en un muro, en el agua, en las líneas de tu mano

Escojo una

Sólo una que resume el sentido de mi arribo a estas costas a esta vida a esta palpitación constante

“Tots els camins son bons per fer camí”*.

* Este último, maravilloso, verso es del poeta Miquelt Martí i Pol

domingo, 2 de noviembre de 2008

La noche de la cena del reparto de la herencia. Héctor D’Alessandro.

La noche de la cena del reparto de la herencia.
Héctor D’Alessandro.


Este relato está editado en la antologia El Cucaracho